El mundo
financiero cercano al deporte se frota las manos. En menos de 24 horas durante
un lapso de 90 sus ganancias se dispararán por las nubes. Un Real
Madrid-Barcelona es la perfecta ocasión para salir de un bache económico, pagar
algunas deuda y salarios . Un buen número de personas seguramente saldrán
felices y contentos sea cual sea el resultado.
Habemos una
gran mayoría, dividida en dos por cierto, que viviremos esos 90 minutos de
manera distinta. Del resultado posiblemente dependa para algunos ya sea un buen
o un mal estado de ánimo por lo que resta del fin de semana. Del resultado que
mañana se de pueden desprenderse una serie de actitudes por parte de los
aficionados de ambos bandos que es digna de un análisis hecho por el mismísimo
Freud. Para muchos, el mundo se detendrá mañana por 90 minutos…
No serán fenómenos metafísicos, ni catástrofes climáticas o naturales los que detengan nuestro planeta, serán 22 jugadores corriendo un balón de fútbol. De estos 22, destacan ciertos ídolos, soberbios a la hora de jugar, Mozarts, Einsteins, y Picazos el fútbol. Sus jugadas dejan sin aliento, provocan lesiones debido a la efusividad de las celebraciones y cambian estados de ánimo. Fiesta, drama, emotividad, pasión, enojo, decepción, satisfacción, orgullo, etc. Sobran las palabras para analizar lo que producen este tipo de enfrentamientos. Blanco o azulgrana o ninguno de los dos, no importa. Fútbol es fútbol. Todo amante del deporte rey consultará su hora local y sintonizará ya sea por tele, radio o Internet este partido.
Una batalla se
avecina, los partícipes están preparados. Los ojos el mundo estarán sobre un
escenario verde, dónde se espera una oda al fútbol. Ninguno de lo dos querrá fallarle a los que le admiran e idolatran.
No es guerra señores, es fútbol y es la octava maravilla del mundo moderno.
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