@Andy_Hansen..
El 0-0 del encuentro de ida le daba cierta esperanza al Milan de consumar la hazaña de eliminar al multicampeón Barcelona en su estadio. Sin embargo, un repleto Camp Nou fue testigo de otra exhibición futbolística del elenco catalán que comanda Josep Guardiola, que se impuso por 3 a 1 con dos goles de Lionel Messi de penal y otro de Andrés Iniesta.
El desarrollo del partido no fue muy diferente a lo que se había visto una semana atrás en San Siro: los "Blaugranas" monopolizaron la tenencia del balón, fueron los principales protagonistas y se encontraron con un rival que defendía con ocho hombres bien parados en el fondo para intentar sorprender con algún contragolpe. Si bien el cuadro español no contó con la profundidad de otros juegos y vio simplificada su tarea con los polémicos tiros desde el punto del penal que le concedió el árbitro, su victoria fue totalmente merecida y fuera de discusión.
El Barcelona tomó su primera ventaja a raíz de una contra: defendía en su campo cuando un motivadísimo Messi robó un balón en el medio del campo al central Mexes, tras una corrida de 50 metros le dio el pase a Xavi quien le devolvió el balón y Antonini lo barrió hasta hacerle una zancadilla dentro del área. La "Pulga" cambio el penal por gol cuando se disputaban apenas 10 minutos de juego (el arquero Christian Abbiati le adivinó la intención y casi se lo ataja).
Había síntomas que daban la razón a Guardiola cuando en la previa presintió que el Milan marcaría. Sus jugadores cayeron en un insulso juego de toque al que se adaptaron sin problemas los italianos. En cambio, a la defensa de tres barcelonista le costó sellar las entradas de la segunda línea de ataque enemigo. Mascherano se despistó al tirar un fuera de juego y Nocerino apareció desde atrás para marcar el empate.
El segundo tanto azulgrana llegó también de penal: la falta fue de Nesta quien le cometió un agarrón a Busquets en un córner, Messi se en cargó del lanzamiento, engañó al arquero y marcó. Mientras los jugadores lo celebraban, Guardiola reorganizó el esquema, volviendo a la defensa de cuatro.
Ese segundo gol fue decisivo para enfriar el partido que en el minuto 53 quedó liquidado cuando un disparo de Messi cayó en los pies de Iniesta, que marcó con esa clase tan innata y tan especial que sólo tiene él. Su definición tuvo el mismo aplomo que mostró su equipo toda la noche. Hay jugadores nacidos para noches así. El Barça está lleno de ellos.
El duelo tuvo tintes de exhibición en la media hora final. La hinchada vivió su fiesta y en comunión con los suyos. Xavi pudo abandonar el campo para evitar mayor sobreesfuerzo. Hubo ovación hasta para el rival cuando Seedorf dejó su sitio a Pato. El Barcelona reencontró sus fútbol de pase y pase, de apoyos en corto y últimos metros de vértigo, creció la impotencia del Milan, que desesperó en sus ataques ante una defensa sensacional que anuló por completo a Ibrahimovic y Robinho.
Las puertas de una nueva final pueden abrirse para el campeón de Europa. Ha vivido el torneo con más prudencia que sobresaltos. No es suficiencia, es el premio a su capacidad de vivir cada partido como si fuera el primero de un nuevo ciclo triunfal e irrepetible.
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