@Andy_Hansen..
El Real Madrid tardó 73 minutos en abrir el marcador ante el APOEL Nicosia. Lo hizo gracias a la entrada de Marcelo y de Kaká que fueron claves. Dos goles de Benzema y uno de Kaká dejaron al Merengue casi en las semis de la Champions League.
El Real Madrid acaricia las semifinales de Liga de Campeones por segundo año consecutivo. En Nicosia ofreció una exhibición de personalidad ante un rival menor. Para el Apoel ya era histórico disputar unos cuartos de final. Sus carencias salieron a relucir. Sin posesión. Sin ataque. Limitándose a defender.
Real Madrid se sentía tan superior que José Mourinho buscó sentenciar la eliminatoria y lo consiguió. Por historia, por presupuesto, por plantel. Era el duelo de un gigante de Europa ante un modesto y el partido lo reflejó. El Apoel luchador. En un día fiesta para sus hinchas. No tenía nada que perder pero nadie lo dejó ser valiente.
Pese a que la posesión era del Real Madrid desde el inicio y no se produjo un inicio de presión en el infierno que pretendía crear la hinchada chipriota, el fútbol era previsible en el primer acto. Juego al pie. Poco movimiento al espacio. La ambición de Cristiano mostraba el camino. En ocasiones precipitándose, como el primer disparo a puerta a los siete minutos, pegado a la banda izquierda. La defensa del Apoel se mantenía en pie. El arquero Chiotis respondía bien a un disparo de Benzema y otro de Özil, que enganchó un zurdazo de la lucha de Higuaín en un balón aéreo. El Pipita estaba desaparecido y el Real Madrid acusaba su poca llegada por la banda derecha.
El Madrid no se desesperó en su busqueda porque su rival no le inquietó jamás, y sabía que en caso de no conseguir cerrar la llave en la ida, en la vuelta el Bernabéu se comería a un equipo tozudo sin más calidad que la necesaria para pasar al campo enemigo. Con esa certeza y tranquilidad encaró el Madrid el reto que se le presentaba. El APOEL nunca llegó al área rival. Los esfuerzos de Ailton, el mejor del poco fútbol del Apoel, que bajó todos los balones y los aguantó como pudo ante Ramos y Pepe, no tuvieron compañía. Añoró al sancionado Manduca. Era una lucha imposible.
En la segunda parte la posesión fue aún mayor para el Real Madrid. Pero el empate seguía sin quebrarse por lo que urgían soluciones ofensivas. Mourinho metió mano: sacó a Higuaín y apostó por Kaká; sacó a Coentrao y metió a Marcelo. La apuesta salió redonda. Marcelo aportó más verticalidad y Kaká la necesaria movilidad. Con ellos sobre el campo llegaron los goles y la calma. El lateral brasileño inició la jugada del primer gol, bien entendida por Kaká, que metió un gran balón al corazón del área para que Benzema abriera el marcador.
Marcelo volvió a aparecer faltando ocho minutos para el final, para desbordar por banda y asistir a Kaká que remató con delicadeza para convetir el segundo tanto.
Y por si no estaba todo sentenciado, Benzema cerró la cuenta marcando sobre la hora tras un pase perfecto de Özil.
Todos los madrileños más que contentos. Es que, de no ocurrir un milagro para los chipriotas en el Santiago Bernabéu, las semifinales de la Champions League son un hecho.
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