martes, 3 de julio de 2012

Hace apenas dos semanas pisó por última vez un campo de juego y los hinchas del rojo ya lo estamos extrañando.



Hace apenas dos semanas pisó por última vez un campo de juego y los hinchas del rojo ya lo estamos extrañando.
Y como no extrañar a aquel pibe de rulitos que en diciembre de 1997 debutaba con la casaca roja, con tan solo 17 años. Aquel que, en su primera jugada iba al piso, quitaba y salía con la pelota dominada en los pies y la cabeza levantada para entregarle la pelota redondita en los pies de un compañero.
Este pibito, empezaba a demostrar que, además de tener una clase poco habitual para un marcador central, tenía una personalidad impresionante para salir jugando tranquilo cuando cualquiera hubiese optado por sacarse el problema de encima rápidamente. Pero él no, él estaba destinado a ser distinto al resto, él estaba destinado a ser “El Mariscal” Gabriel Alejandro Milito.
Y como no extrañar a ese chico, que se hizo hombre cuando a los 20 años le dieron responsabilidad de llevar en su brazo izquierdo la cinta de capitán de uno de los clubes más grandes de América.
Aquel que poco a poco, gracias a su destacada calidad y su fuerte personalidad y liderazgo fue convirtiéndose en un referente, hasta que el Real Madrid vino a buscarlo. Gaby, teniendo la posibilidad de irse a compartir vestuario con jugadores de la talla de Roberto Carlos, Zinedine Zidane, Luis Figo, entre otras figuras mundiales, se negó a “los galácticos”, justificando que antes quería ser campeón con la camiseta de Independiente.
Esto terminó de llenar los corazones de los hinchas, que ya lo veíamos como un ídolo del club.
Ese momento tan esperado por los hinchas rojos y por “El Mariscal” llegó en el 2002, de la mano del Tolo Gallego, con un equipo repleto de figuras. El Rojo pudo gritar campeón después de 8 años de sequía, cumpliendo el sueño del Gaby.
Ya todos sabemos lo que pasó después con el Real Madrid. También conocemos de sus éxitos en el Zaragoza y en el Barcelona, catalogado como mejor equipo de la historia del fútbol. Sabemos de todas las lesiones que sufrió, todo el tiempo que tuvo que estar alejado de las canchas, pero siempre volvió.
Y así fue, como hace un poco menos de un año, decidió volver al sitio que lo vio nacer. Volvió para calzarse la 18 y, obviamente, la cinta en su brazo izquierdo para jugar en el club de sus amores.
Lamentablemente, en esa temporada que estuvo en el club, no se obtuvieron buenos resultados y Gabriel se terminó retirando a causa de un agotamiento tanto físico como mental.
Pero nosotros no nos olvidamos de ese pibe de rulitos que nos asombró gratamente aquel diciembre, o aquel señor capitán que tomó la bandera de su equipo cuando las papas quemaban para darnos aquel título en el 2002, y menos nos vamos a olvidar de aquel que dejó la tranquilidad del mejor club del mundo para venir a retirarse al club de sus amores.

Gracias Gabriel, por darnos todas las alegrías que nos diste, por jugar como lo haría un verdadero hincha y porque todos sabemos que nos vas a volver a dar alegría. Continuara…


“Porque sobran las bolas, de matarla con el pecho y no tirarla afuera”
El Baile de la gambeta, Bersuit Vergarabat

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